lunes, 21 de septiembre de 2009

Nada que sea bueno... es gratis.


Y de aquí se derivan para mí, por lo menos dos ideas.

La primera: Si deseo algo que es bueno para mí, debería saber que voy a pagar un precio por ello. Por supuesto, ese pago no siempre es en dinero (si fuera sólo dinero sería tan fácil!).

Este precio es a veces alto y otras muy pequeño, pero siempre existe. Porque nada que sea bueno, es gratis.

La segunda: Darme cuenta de que si algo recibo del afuera, si algo bueno me está pasando, si vivo situaciones de placer y de goce es porque me las he ganado; he pagado por ellas, me las merezco.

(Sólo para alertar a los pesimistas y desalentar a los aprovechadores quiero aclarar que los pagos son siempre por anticipado; aquello bueno que vivo ya lo pagué, no hay cuotas posteriores!!!).


Algunos de los que me escuchan decir esto preguntan:

¿Y lo malo?.

¿No es cierto que tampoco lo malo es gratis?

¿Si algo malo me pasa no es también por algo que hice,

... porque de alguna forma, me lo merezco?

Quizás sea cierto. Sin embargo, estoy hablando de verdades para mí incuestionables, sin excepciones, universales. Y para mí esta aseveración "me merezco todo lo que me pasa incluído lo malo" no es necesariamente cierta.

Puedo asegurar que conozco a algunas personas a las que les han acontecido hechos desgraciados y dolorosos que son ninguna duda, no merecían!!!

Incorporar esta verdad (Nada que sea bueno es gratis), es abandonar para siempre la idea infantil de que alguien debe darme algo porque sí, porque yo lo quiero. Que la vida tiene que procurarme lo que deseo "por mi sólo desearlo", de pura suerte, mágicamente.

III.- Y la tercera idea que creo que es un punto de referencia podría enunciarla de la siguiente manera.

Es cierto que nadie puede hacer todo lo que quiere, pero cualquiera puede NO hacer NUNCA lo que NO quiere.


1 comentario:

Y. dijo...

Cuanta palabra sabia se respira por aquí.
Un beso.