miércoles, 24 de noviembre de 2010

Poquita cosa

Hace unos día invité a Yulia Vasilievna, la institutriz de mis hijos, a que pasara a mi despacho. Teníamos que ajustar cuentas.

-

Siéntese, Yulia Vasilievna -le dije-. Arreglemos nuestras cuentas. A usted seguramente le hará falta dinero, pero es usted tan ceremoniosa que no lo pedirá por sí misma... Veamos... Nos habíamos puesto de acuerdo en treinta rublos por mes...

-En cuarenta...

-

No. En treinta... Lo tengo apuntado. Siempre le he pagado a las institutrices treinta rublos... Veamos... Ha estado usted con nosotros dos meses...

-

Dos meses y cinco días...

-

Dos meses redondos. Lo tengo apuntado. Le corresponden por lo tanto sesenta rublos... Pero hay que descontarle nueve domingos... pues los domingos usted no le ha dado clase a Kolia, sólo ha paseado... más tres días de fiesta...

A Yulia Vasilievna se le encendió el rostro y se puso a tironear el volante de su vestido, pero... ¡ni palabra!

-

Tres días de fiesta... Por consiguiente descontamos doce rublos... Durante cuatro días Kolia estuvo enfermo y no tuvo clases... usted se las dio sólo a Varia... Hubo tres días que usted anduvo con dolor de muela y mi esposa le permitió descansar después de la comida... Doce y siete suman diecinueve. Al descontarlos queda un saldo de... hum... de cuarenta y un rublos... ¿no es cierto?

El ojo izquierdo de Yulia Vasilievna enrojeció y lo vi empañado de humedad. Su mentón se estremeció. Rompió a toser nerviosamente, se sonó la nariz, pero... ¡ni palabra!

-

En víspera de Año Nuevo usted rompió una taza de té con platito. Descontamos dos rublos... Claro que la taza vale más... es una reliquia de la familia... pero ¡que Dios la perdone! ¡Hemos perdido tanto ya! Además, debido a su falta de atención, Kolia se subió a un árbol y se desgarró la chaquetita... Le descontamos diez... También por su descuido, la camarera le robó a Varia los botines... Usted es quien debe vigilarlo todo. Usted recibe sueldo... Así que le descontamos cinco más... El diez de enero usted tomó prestados diez rublos.

-

No los tomé -musitó Yulia Vasilievna.

-

¡Pero si lo tengo apuntado!

-

Bueno, sea así, está bien.

-

A cuarenta y uno le restamos veintisiete, nos queda un saldo de catorce...

Sus dos ojos se le llenaron de lágrimas...

Sobre la naricita larga, bonita, aparecieron gotas de sudor. ¡Pobre muchacha!

-

Sólo una vez tomé -dijo con voz trémula-... le pedí prestados a su esposa tres rublos... Nunca más lo hice...

-

¿Qué me dice? ¡Y yo que no los tenía apuntados! A catorce le restamos tres y nos queda un saldo de once... ¡He aquí su dinero, muchacha! Tres... tres... uno y uno... ¡sírvase!

Y le tendí once rublos... Ella los cogió con dedos temblorosos y se los metió en el bolsillo.

-

Merci -murmuró.

Yo pegué un salto y me eché a caminar por el cuarto. No podía contener mi indignación.

-

¿Por qué me da las gracias? -le pregunté.

-

Por el dinero.

-

¡Pero si la he desplumado! ¡Demonios! ¡La he asaltado! ¡La he robado! ¿Por qué merci?

-

En otros sitios ni siquiera me daban...

-

¿No le daban? ¡Pues no es extraño! Yo he bromeado con usted... le he dado una cruel lección... ¡Le daré sus ochenta rublos enteritos! ¡Ahí están preparados en un sobre para usted! ¿Pero es que se puede ser tan tímida? ¿Por qué no protesta usted? ¿Por qué calla? ¿Es que se puede vivir en este mundo sin mostrar los dientes? ¿Es que se puede ser tan poquita cosa?

Ella sonrió débilmente y en su rostro leí: "¡Se puede!"

Le pedí disculpas por la cruel lección y le entregué, para su gran asombro, los ochenta rublos. Tímidamente balbuceó su merci y salió... La seguí con la mirada y pensé: ¡Qué fácil es en este mundo ser fuerte!

lunes, 15 de noviembre de 2010

Escondida



Escondida entre la oscura noche, me senté a llorarle al cielo.

Mis ojos fijos arden en rabia y desilusión, mientras miro ese espacio donde limita las luces de la ciudad con la oscuridad serena del cielo desierto.

¿Qué hice tan mal?, me siento miserable al darme cuenta que no tengo quien escuche todas mis lamentaciones sin criticarme.

Me descubro sollozando y preguntando ¿adonde pertenezco ?

Mis sentimientos son fuertes y puros e inmensamente grandes, ¿pero de que me sirve todo esto, si para esta sociedad sigo siendo insignificante?, quiero vivir de esto para ayudar a los demás a soñar, a creer que el mundo puede cambiar, pero pensar de esta forma solo me trae criticas ajenas sobre mi persona.

Tengo tanto miedo a fracasar, pero no quiero ser otra sometida más al maldito dinero por no haber intentado luchar por estos sueños. Me siento tan sola en esto…

Si pudiera hablar lo que pienso y siento no tendría la necesidad de escribir, no sería la miedosa que se esconde en su pieza sin salir por miedo a vivir la realidad, a conocer gente nueva y a socializar.

Te juro que quiero abrirme al mundo, quiero dejar de sentirme rechazada por mis pares por ser distinta, tengo tanto miedo a que se burlen de mi cursilería…que ya no me atrevo ni a demostrar mis sentimientos.

¿Qué culpa estoy pagando?

Ni siquiera recuerdo con rencor a alguien que me haya lastimado, amo a mis prójimos sin ni siquiera conocerlos, quisiera ayudar aquellos que están amargados, entregándoles amor cálido y sincero, decirle a las personas que conforman este mundo que no sientan miedo de desnudar el alma, que todos queremos ser amados y aceptados, ¡basta de las caretas y autodefensas!, Seamos lo suficientemente humildes para aceptarnos y tendernos la mano…o acaso ¿es malo pensar como pienso?, en verdad ¿estoy loca?

¡Todos somos iguales!, hasta cuando por la mierda, ¿hasta cuando?

El dinero no nos hace mas ni menos personas.

Las clases sociales son solo etiquetas que nos dividen de nuestros semejantes y nos reprime el poder conocer distintas vivencias... Pero, ¿que le importa esto a los demás? Y si les importa, ¿por qué no rompen el silencio?

Estoy tan triste papá… ¿y a quien le importo esta noche, más que a ti?, ¿dime si al menos alguien me recuerda o se pregunta por mi?, mejor no digas nada papá, yo se que ni me extrañan, pero estoy conforme porque se que tu me amas, y estarás siempre a mi lado vaya donde vaya, sin criticarme, sin minorizarme por ser como soy una pensadora errante, quizás una sombra filosófica, pero ante ti me rindo, te entrego mi corazón para que lo cuides, lo abrigues y lo alimentes con tu amor.

¡Sáname te lo suplico!, si me hiciste tan distinta, al menos dame una señal de lo que debo hacer, y yo te seguiré, ¡pero no me dejes así!, o es que ¿no notas como mi alma se deshace de tanta pena?

Perdóname por reclamarte tanto, te agradezco infinitamente el que me hayas escuchado…

Aunque ahora me encerraré en mi pieza, tan solo para llorar en tus brazos mientras me arrullas con ternura.

Te quiero mucho papá, y que esta ultima lágrima que resbale de mis ojos cerrados sea la hora en que mi alma se encomiende a ti para deambular por los sueños y lugares desconocidos por los cuales me llevarás mientras mi cuerpo cansado reposa entre las blancas sabanas.

REFLEXIÓN dedicada para aquellas personas que se sienten diferentes, que luchan por un ideal que por diversos motivos no son capaces de lograr, y sobre todo sé tu mismo, no cambies una parte de ti por lo que la gente piense o diga lucha.

¿y tu que crees tiene razón la persona que escribio este relato ?

Pd: Este relato ha sido copiado de una pagina que asiduo mucho para evadirme entre sus letras, debido a la gran variedad de historias interesantes que me hacen activar mi cerebrin .

miércoles, 10 de noviembre de 2010