lunes, 8 de febrero de 2010

Ojos de Diamante Parte 1

La tempestad gruñe fuera del ático. Los entrecortados destellos se filtran por las altas ventanas de la pared ridiculizando la debilidad de las gotas de la tormenta que no pueden más que estamparse contra el cristal y morir frente a él, resignadas e impotentes.Dentro reina el frío. La efímera penumbra permite observarnos unos instantes: yo de pie, tú en el suelo; mientras la escolta de los gritos de los truenos ensordece los alaridos desprendidos por tu boca. Luego se engendra la totalidad de las sombras y el terror acalla los chillidos. Puedo sentir el fluir de tu sangre bajo el cuero de mis botas. Es cálida y espesa, como el semen de un mujeriego.

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